«El Síndrome Postvacacional no existe, los síntomas que notamos al volver de las vacaciones y reincorporarnos al trabajo, sí»
Llega Septiembre y con él el fin de la arena, las sillas y sombrillas, y el vuelta y vuelta al sol. Despedirse de días de luz, y las largas noches de verano, del tiempo libre, de las cenas con amigos, etc. no es tarea fácil.
Para algunos volver a la rutina se convierte durante unos días en lo más temido. Pero, ¿Es para tanto? Se escucha hablar de depresión postvacacional, estrés postvacacional, ansiedad postvacacional…
Son muchos los factores que influyen en este cambio y caída en el estado de ánimo, pero según afirma la Psicóloga Tania Soria, «el síndrome postvacacional no existe, los síntomas que notamos al volver de vacaciones y reincorporarnos al trabajo, sí«.
Desde la psiquiatría y la psicología no hay ningún síndrome o trastorno contemplado que haga referencia a este hecho. Sí es cierto que al regresar tras las vacaciones al trabajo, muchas personas dicen encontrarse más decaídos, apáticos, o con falta de energía. El cansancio injustificado, las dificultades para conciliar el sueño, o la falta de concentración, son también algunos de los síntomas que los trabajadores que se reincorporan tras el periodo de descanso afirman sentir. Los pensamientos negativos y pesimistas también son típicos en esta época, pero con un matiz, afirma la psicóloga: «Las ideas negativas referidas al trabajo sucederán siempre y cuando la persona no esté satisfecha con el mismo, y se verán agravados cuanto menor sea la satisfacción con las labores que se desempeñan o bien con el ambiente del centro, la relación con los compañeros, o un sueldo insuficiente«.
El estrés, síndrome o depresión postvacacional, son términos surgidos de manera popular, muy utilizados en esta época del año, y que adquieren amplia repercusión en los medios de comunicación año tras año por esta época.
Hacen referencia al proceso (natural) de estrés que nos toca afrontar tras las vacaciones para re-adaptarnos de nuevo a nuestra vida habitual, con las obligaciones (laborales o escolares) y el cambio de hábitos que esto conlleva.
Volver de las vacaciones no implica tener que pasar por este «síndrome» realmente inexistente como tal. Pero no podemos negar que el cambio que se produce es lo suficientemente importante como para causar cierto desequilibrio a distintos niveles en la persona. Las horas de luz se reducen, el ritmo y los hábitos de sueño cambian, y en muchos casos el tipo de alimentación también. Todo esto tiene un efecto biológico innegable en nuestro cuerpo.
Desde la consulta de psicología Psicotraining Madrid, nos cuentan que no es tanto el volver a la rutina o el enfrentarse a los problemas no resueltos (que siguen existiendo una vez volvemos del verano) lo que nos produciría ansiedad o tristeza, si no más bien la pérdida de los reforzadores positivos que el verano y las vacaciones conllevan: Actividades de ocio placenteras que durante el año no realizamos, familia y amigos a los que elegimos ver más, terrazas y cenas apetitosas con las que nos homenajeamos, largos paseos y ejercicio al aire libre…. Son más bien estas cosas sin las que nos quedamos una vez que volvemos a la rutina, y no tanto la visión negativa que usualmente se da sobre el malestar que produce la vuelta al trabajo. «No es lo que de nuevo hacemos, es lo que nos perdemos«.
Algunos trucos para superar este periodo de adaptación son:
Programar la vuelta de vacaciones con tiempo, para volver a habituarnos a nuestra casa, nuestro espacio, y nuestros horarios de forma progresiva y no drástica de un día para otro.
Retomar las horas de sueño y los horarios de acostarse y levantarse de la forma más progresiva y ordenada posible, sin largas siestas que pudieran afectar al sueño nocturno, ni acostarse a altas horas de la noche.
Reducir durante unos días el consumo de cafeína y similar. Ayudará tanto al sueño como a un mayor estado de tranquilidad.
Realizar ejercicio físico. Ayuda a producir endorfinas (hormona de la felicidad) y a reducir la ansiedad y el estrés.
Darse permiso para seguir disfrutando, quedando con amigos o realizando actividades de ocio con las que se disfruta.
Organizar tu tiempo y pon límites, nadie mejor que tú sabe lo que necesita, escucha tus necesidades y practica el «decir no» a aquellos planes que se interpongan en tu labor.
Practicar el arte de parar tus pensamientos negativos y relativiza. Nada de lo que ocurre ahora es «tan» grave, por mucho que a todos nos gustaría que las obligaciones fueran una opción, y las vacaciones prácticamente eternas en este momento.
Manejar la ansiedad controlando dichos pensamientos, practicando ejercicios de relajación y respiración.
Tener paciencia. El periodo de adaptación al nuevo ritmo no suele extenderse demasiado en el tiempo (10-15 días). Mientras tanto, intenta encontrar el lado positivo, y no dejes de lado aquello con lo que disfrutas o te relajas, pues aunque estés trabajando de nuevo, es muy necesario para tu estado de ánimo.
Si pese a todo esto, el malestar continua y se alarga en el tiempo, consulta con un especialista. Seguramente entonces haya cuestiones sin resolver en tu vida que provocan ansiedad y/o depresión y que requieren de Terapia Psicológica, previo diagnóstico correcto.