«No disfrutas las cosas, te vas vaciando por dentro».
En los últimos días hemos podido ver en un conocido medio televisivo al futbolista Andrés Iniesta hablando sobre la depresión que tuvo y que comenzó en el verano de 2009. Con tal naturalidad hablaba ante millones de personas sobre sus sentimientos de vacío y desánimo.
Sobre cómo iba a entrenar cada día y tenía que abandonar el entrenamiento por no poder continuar con él.
Afirma que en su caso el detonante fue la muerte de Dani Jarque, compañero de profesión que falleció de forma súbita con 26 años sumado a un cúmulo de situaciones que le metieron en un pozo sin salida.
Este hecho sumado a 5 lesiones consecutivas le hizo tocar fondo y recurrir a sus seres más cercanos para transmitir que necesitaba ayuda psicológica profesional.
El propio deportista reconoce lo difícil que es de entender este estado para alguien que supuestamente lo tiene todo, tanto para él mismo como para su entorno o la sociedad en general.
Pero la depresión no entiende de nóminas ni de éxito deportivo, televisivo o social. La depresión es un trastorno del estado de ánimo y nadie está libre.
Como profesionales de la psicología nos parece muy valioso que un personaje público haya tenido la valentía de hablar sobre ello sin tapujos, sin vergüenza, sin estigmas. Y más allá del hecho de que millones de espectadores pudieran escuchar con mayor o menor atención su relato, estoy segura de que el mensaje captó su atención. Tiene valor en sí mismo.
Desestigmatiza, le pone cara a un trastorno que actualmente sufre un gran porcentaje de la población y que parece que da vergüenza reconocer. Nombra a los psicólogos. Al papel tan importante que han tenido en su recuperación, nos nombra, nos da importancia. Dignifica nuestra profesión.
Aquel que se convirtió en uno de los grandes campeones de nuestro país y que marcó el gol que hizo a España Campeona en el Mundial de Sudáfrica, un mes antes estaba pasando por un proceso depresivo.
Quién nos lo iba a decir, ¿no? Por supuesto reconoce, que de ese hecho salió muy reforzado y que si no hubiera sido así, no sabe qué hubiera sido emocionalmente dentro de él. Tal y como Andrés señaló: «Yo tuve la suerte de no perder nunca las ganas de entrenar, aunque me tuviera que ir a mitad de entrenamiento. Nunca me dio vergüenza que mis compañeros me vieran mal. Fue un granito de arena cada día el que fui poniendo para ir saliendo de ahí. Si no hubiera tenido lo que tengo a mi alrededor, hubiera sido prácticamente imposible superarlo«.
Nos muestra una de las tácticas fundamentales para superar una depresión: Hacer las cosas. «Hacer». Con ganas o sin ganas. No importa. Abandonar nuestras tareas diarias, nuestras aficiones o pasiones, tan solo propaga y hace que la depresión crezca.
La última edición del manual diagnóstico DSM-5 señala que para poder diagnosticar el trastorno depresivo mayor hay que cumplir ciertos criterios.
Trastorno depresivo mayor (DSM-5):
Cinco (o más) de los siguientes síntomas han estado presentes durante el mismo período de 2 semanas, que representan un cambio respecto a la anterior, por lo menos uno de los síntomas debe ser (1) estado de ánimo depresivo o (2) pérdida de interés o placer. Nota: No incluir los síntomas que son claramente atribuibles a otra condición médica.
Estado de ánimo depresivo la mayor parte del día, casi cada día según lo indica el propio sujeto (por ejemplo, se siente triste, vacío, sin esperanza) o la observación realizada por otros (por ejemplo, parece lloroso). (Nota: En los niños y adolescentes, el estado de ánimo puede ser irritable.)
Marcada disminución del interés o placer en todas o casi todas las actividades, la mayor parte del día, casi cada día (según refiere el propio sujeto u observan).
pérdida de peso significativa sin hacer dieta o ganancia de peso (por ejemplo, un cambio de más del 5% del peso corporal en un mes), o disminución o aumento del apetito casi todos los días. (Nota: En niños hay que valorar el fracaso para hacer la ganancia de peso esperada).
insomnio o hipersomnia casi todos los días.
Agitación o enlentecimiento psicomotores casi cada día (observable por los demás, no meras sensaciones de inquietud o de estar enlentecido).
Fatiga o pérdida de energía casi todos los días.
Sentimientos de inutilidad o de culpa excesivos o inapropiados (que pueden ser delirantes) casi cada día (no sólo remordimiento o culpa por estar enfermo).
Disminución de la capacidad para pensar o concentrarse, o indecisión, casi cada día (ya sea una atribución subjetiva o una observación ajena).
Pensamientos recurrentes de muerte (no sólo temor a la muerte), ideación suicida recurrente sin un plan específico o una tentativa de suicidio o un plan específico para suicidarse.
Los síntomas provocan malestar clínicamente significativo o deterioro en las áreas sociales, ocupacionales, u otras importantes del funcionamiento.
El episodio no es atribuible a los efectos fisiológicos de una sustancia o a otra enfermedad médica.
Nota: Criterios de A-C representan un episodio depresivo mayor.
Nota: Las respuestas a una pérdida significativa (por ejemplo, pérdida, ruina económica, las pérdidas por un desastre natural, una enfermedad grave o discapacidad) pueden incluir los sentimientos de intensa tristeza, reflexión sobre la pérdida, insomnio, falta de apetito y pérdida de peso señalados en el Criterio A, que puede parecerse a un episodio depresivo. Aunque tales síntomas pueden ser comprensibles o se consideren apropiados para la pérdida, la presencia de un episodio depresivo mayor, además de la respuesta normal a una pérdida significativa debe ser considerado cuidadosamente. Esta decisión requiere inevitablemente el ejercicio del juicio clínico basado en la historia del individuo y las normas culturales para la expresión de angustia en el contexto de la pérdida.
La aparición del episodio depresivo mayor no se explica mejor por un trastorno esquizoafectivo, esquizofrenia, trastorno esquizofreniforme, trastorno delirante, u otro del espectro esquizofrénico especificadas y no especificadas y otros trastornos psicóticos.
Nunca ha habido un episodio maníaco o un episodio de hipomanía. Nota: Esta exclusión no es aplicable si todos los episodios maníacos o hipomanía son inducidos por sustancias o son atribuibles a los efectos fisiológicos de otra enfermedad médica
Más o menos comprensibles estos criterios que los profesionales de la psicología y la psiquiatría utilizamos para diagnosticar, dejan ya entrever que una depresión no es solo llorar o estar siempre triste, que es mucho más y que han de darse varios síntomas en un tiempo determinado para poder diagnosticarse.
La tristeza es uno de los componentes más importantes de la depresión, pero también la disminución de interés sobre las cosas que antes sí nos interesaban o divertían.
Ganar o perder peso, y la falta de sueño o las ganas extremas de dormir y estar en la cama, son también componentes del trastorno. El cansancio, la falta de energía, los sentimientos de inutilidad, de culpa injustificable y excesiva….
Incapacidad o dificultad para pensar como se pensaba antes o para concentrarse o tomar decisiones…Y la gravísima idea inespecífica o clara de desaparecer y quitarse la vida.
Podríamos resumir así la variedad de síntomas que una persona experimenta cuando está pasando por una depresión. Pero la depresión se cura.
Existen procedimientos muy claros y específicos que los profesionales de la psicología seguimos y que han demostrado eficacia ante la investigación científica. Los tratamientos empíricamente validados son aquellos tratamientos de elección que los profesionales de la psicología clínica y/o sanitaria utilizamos con nuestros pacientes para solucionar el trastorno.
Es fundamental reconocer que tienes un problema o que alguien de tu alrededor lo está teniendo, pero no olvidemos siempre recurrir a la ayuda profesional indicada, al tratamiento de elección, al que está empíricamente/científicamente validado.
No recurramos a soluciones sin sentido, alternativas, o sin validez demostrada. La depresión puede curarse y para ello hay que ponerse en manos de un psicólogo colegiado con habilitación sanitaria para evaluar, diagnosticar y tratar, y si fuera necesario recurrir además a la ayuda médica.
Aunque siempre uno de los objetivos de la terapia será que el paciente sea capaz de gestionarse él mismo sin necesidad de fármacos ni dependencia del terapeuta una vez finalizada la terapia y realizado el seguimiento recomenzado. DE la depresión también se crece. Y una vez que hemos tocado fondo, solo podemos resurgir.
Si tras leer este artículo, te ha surgido alguna duda, o has pensado en alguien que sospechas que pudiera estar necesitando ayuda, no dudes consultarnos en: info@psicotrainingmadrid.com¡Estamos para ayudarte!
Genial post. Gracias por compartirlo…Espero màs…
Saludos